Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2016

¿Cómo diferenciar a un príncipe de un sapo con corona? ¡Elige bien princesa! Parte 2.

De vez en cuando me pregunto: ¿qué hubiese sido de mí, si Dios no me hubiera sacado de donde estaba? y con esto no quiero que pienses que andaba perdida en el mundo o dedicada a hacer cosas malas, pero sí te puedo asegurar, que no vivía una vida con propósito. Desde que tuve mi primera experiencia real con Dios, mi mente y mi realidad empezaron a ser transformadas. Si no hubiera atendido a su llamado, quizá estuviera casada hoy día con la persona equivocada; tal vez me sentiría frustrada, estancada, desubicada, cansada y mi corazón estuviera roto, solo Dios sabe… Lo que yo sé, es que esa no era la persona indicada, aunque en esos momentos no lo entendía. Doy gracias a mi Padre, porque me dio la sabiduría y el carácter necesarios para tomar una decisión radical; asimismo, el consuelo y la fortaleza, que permitieron que sanara mi corazón de una manera sorprendente. Cuando sabemos que merecemos más de lo que tenemos, en la mayoría de las ocasiones es necesario soltar, para poder re

¿Cómo diferenciar a un príncipe de un sapo con corona? ¡Elige bien princesa! Parte 1.

Una de las cosas que más agradezco a Dios, es que me haya dado el privilegio de obtener la información correcta y de haber despertado consciencia en mí, antes de elegir a mi compañero de vida. A eso yo le llamo: tener una segunda oportunidad. ¡Tremenda bendición! No sé cuál sea tu situación actual: si estás enamorada, si estás esperando a tu príncipe azul, si tienes novio o si ya tienes planes de casarte, como en algún momento yo los tuve. Mi intención es que te quede claro qué debes tener en cuenta para elegir bien, guiándote siempre por lo más importante: la voluntad de Dios. Tal vez con el que estás hoy no sea el indicado ¡suena duro! ¡lo sé!, pero se trata de ayudarte a tomar de una manera objetiva una de las decisiones más importantes de tu vida y que la cambiará para siempre. Solo te pido que dispongas tu corazón para que seas moldeada, porque estoy segura que Dios se revelará a ti y al final de este texto tendrás claro cuáles son los ajustes que debes hacer en tu vida.

No te desesperes princesa, ¡todo tiene su tiempo!

¿A quién le gusta esperar? Creo que a nadie. A mí tampoco me gusta, pero comprendí que “todo tiene su tiempo perfecto” y que vale la pena aprender a desarrollar la paciencia, y con mayor razón si de esperar a mi “príncipe azul” se trata. Por supuesto, me refiero a esperar al hombre ideal, porque muchos pueden tener apariencia de príncipes, pero cuando los conocemos a fondo, terminan siendo sapos con corona. Es por esto que no debemos desesperarnos, sino por el contrario, prepararnos para saber escoger el correcto. ¿Qué mujer no se emociona con la idea de conocer al hombre de sus sueños? Si somos solteras, tengamos 20, 30 o 40, alguna vez nos hemos imaginado ese gran día en que ante el altar podamos decirle: “sí, acepto”. Me comprometo contigo a que si aplicas lo que aprenderás de hoy en adelante, Dios cumplirá el anhelo de tu corazón y ese gran día llegará. Antes de continuar quiero pedirte un permiso querida princesa: ¿puedo decirte lo que necesitas saber a pesar de que no co

En modo: esperando a mi príncipe azul. ¡Bienvenida!

En mi vida he cometido varios “errores”, especialmente en mi área sentimental. Hoy no me lamento, porque gracias a eso puedo hablarte con propiedad, no solo de lo que he aprendido y escuchado de otros, sino también de mi propia experiencia. ¿Me han roto el corazón varias veces? Sí, por supuesto, pero tengo que aceptar que no solo fue culpa de ellos, yo también tengo parte de la responsabilidad, y eso es, porque no supe escoger. Pienso que la mayoría de errores que cometemos siendo jóvenes en el momento de escoger pareja, es consecuencia de “no saber qué se debe tener en cuenta en el momento de decidirse por alguien” y de “dejarse llevar más por el corazón, que por la razón”; asimismo, por “no esperar que llegue el tiempo adecuado”. Al final, en el fondo sabemos que “ese no es el hombre correcto”; sin embargo, decidimos no escuchar la voz de Dios y a nuestra propia intuición que nos hablan en nuestro interior y por eso nos equivocamos y tarde o temprano nos toca afrontar l