De vez en cuando me pregunto: ¿qué hubiese sido de mí, si Dios no me hubiera sacado de donde estaba? y con esto no quiero que pienses que andaba perdida en el mundo o dedicada a hacer cosas malas, pero sí te puedo asegurar, que no vivía una vida con propósito. Desde que tuve mi primera experiencia real con Dios, mi mente y mi realidad empezaron a ser transformadas. Si no hubiera atendido a su llamado, quizá estuviera casada hoy día con la persona equivocada; tal vez me sentiría frustrada, estancada, desubicada, cansada y mi corazón estuviera roto, solo Dios sabe… Lo que yo sé, es que esa no era la persona indicada, aunque en esos momentos no lo entendía. Doy gracias a mi Padre, porque me dio la sabiduría y el carácter necesarios para tomar una decisión radical; asimismo, el consuelo y la fortaleza, que permitieron que sanara mi corazón de una manera sorprendente. Cuando sabemos que merecemos más de lo que tenemos, en la mayoría de las ocasiones es necesario soltar, para poder re