¿Alguna vez te has cortado o raspado? ¿Te has hecho alguna herida que comprometa tu piel, tus tendones o tus músculos? Si la respuesta es un "Si" me imagino que te dolió bastante. Y ¿Cómo fue el proceso de sanación y recuperación? Seguramente el proceso dependió de qué tan profunda fue esa herida ¿Tuviste que guardar reposo? ¡Por supuesto! Si querías sanar rápido y que la herida no se complicara, debiste tener un cuidado especial; y si fue bastante grave hasta quizás perdiste mucha sangre y tardó semanas en sanar. ¿Visitaste un hospital y te atendió un médico experto? ¡Sin dudarlo! No era algo superficial que un principiante o que tú misma podrías sanar. Asimismo pasa con nuestra alma: cuando sufre heridas, necesita ser sanada; pero no puede ser restaurada por cualquiera, ni siquiera por ti misma. Muchas veces, aparentemente creemos que ya ha sanado y no somos conscientes de que esa herida por dentro no ha cicatrizado y aún por momentos nos duele, aún por instantes san