¡Puedo entenderte! Créeme que puedo ponerme en tus zapatos y saber exactamente lo que estás sintiendo. El pensar en matrimonio nos despierta las emociones, soñamos con nuestro anillo, nuestro traje, nuestra fiesta, nuestra luna de miel; nuestra casa, nuestros hijos... pero sobre todo con nuestro esposo.
Cada día de nuestra vida soñamos con esto y nos preguntamos: ¿cuándo será? Pero lo que más nos preguntamos es: ¿quién será? Inclusive acudimos a Dios y se lo preguntamos, pero en nuestro corazón sabemos que aún no estamos listas.
Quizás tienes miedo, te entiendo, también lo tuve... Miedo a quedarte sola, a que ningún hombre bueno se fije en ti, o a fracasar en tu siguiente relación; miedo a que te engañen, a que te abusen, a que te rompan el corazón.
Que tus primas, tu hermana y tus amigas ya se están casando... ¿Y? ¡No te compares con nadie! Tu proceso es diferente.
Que varios chicos te están invitando a salir, pero en el fondo el Espíritu Santo te dice que ninguno es el correcto ¡Huye! ¡No vale exponerse ni perder el tiempo!
El esperar cuesta, el esperar duele, el esperar te genera ansiedad... Eso sucede cuando no entiendes de quién eres hija, cuando no entiendes quién eres, cuando no entiendes lo que llevas por dentro.
Así me sentía hasta cuando conocí a mi mejor compañía: Jesús; ¡Él es mi mejor cita!
Cada día de nuestra vida soñamos con esto y nos preguntamos: ¿cuándo será? Pero lo que más nos preguntamos es: ¿quién será? Inclusive acudimos a Dios y se lo preguntamos, pero en nuestro corazón sabemos que aún no estamos listas.
Quizás tienes miedo, te entiendo, también lo tuve... Miedo a quedarte sola, a que ningún hombre bueno se fije en ti, o a fracasar en tu siguiente relación; miedo a que te engañen, a que te abusen, a que te rompan el corazón.
Que tus primas, tu hermana y tus amigas ya se están casando... ¿Y? ¡No te compares con nadie! Tu proceso es diferente.
Que varios chicos te están invitando a salir, pero en el fondo el Espíritu Santo te dice que ninguno es el correcto ¡Huye! ¡No vale exponerse ni perder el tiempo!
El esperar cuesta, el esperar duele, el esperar te genera ansiedad... Eso sucede cuando no entiendes de quién eres hija, cuando no entiendes quién eres, cuando no entiendes lo que llevas por dentro.
Así me sentía hasta cuando conocí a mi mejor compañía: Jesús; ¡Él es mi mejor cita!
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